Proponemos una ruta que recorre unos elementos de nuestro patrimonio poco conocidos y -lo que es más grave- poco valorados: las iglesias neoclásicas de Bizkaia. Reivindicamos unos edificios que fueron construidos entre los años finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX y que alcanzaron unas notables cotas de calidad.
1. Larrabetzu
Nuestro recorrido se va a centrar en una zona concreta: la comarca Gernika-Bermeo, aunque arrancaremos desde un poco más al Sur, desde Larrabetzu. En este espacio las iglesias neoclásicas alcanzan una densidad que no encontramos en ningún otro lugar del Estado. En 1777 presentaba sus planos en la Academia, Ventura Rodríguez, uno de los más grandes arquitectos del momento. Como es habitual en estos templos, la planta es una cruz griega -de brazos iguales- ins crita en un cuadrado. Es decir, no es un modelo alargado, basilical, lo normal hasta entonces, sino central.
2. Errigoiti
Desde allí vamos a subir a Errigoiti para encontrarnos con algo curioso y muy frecuente en Bizkaia: una “reducción”. Así se llamaba en aquella época a la reforma en estilo neoclásico de una iglesia anterior, en este caso del XVI -su preciosa portada será de hacia 1560-. En 1816 el arquitecto Martín de Echaburu sustituyó los pies derechos de madera por unas voluminosas columnas para sujetar la nueva bóveda. El espacio interior, antes modesto, de aire rural. se transformó en algo monumental .
3. Ajangiz
Descendemos hacia Gernika. Cerca de la villa foral, en Ajangiz, encontramos otra de nuestras protagonistas. Una iglesia de construcción complicada: empezada en 1819 por Juan Bautista de Belaunzaran, la escasez de dineros prolongó las obras hasta 1860, -y la torre aún esperó hasta 1890-. Pero el resultado es monumental, con su fachada a la romana precedida de una escalinata. No se llegó a hacer la plaza proyectada ante el templo, pero sí las preciosas casas curales, también de estilo neoclásico.
4. Forua
Volviendo a nuestra ruta tropezamos con una nueva “reducción”: San Martín de Forua. Aquí, hacia 1820. el templo gótico-renacentista. Cubierto con bóveda de madera sobre pilares del mismo material. fue transformado en un espacio que sorprende por su grandiosidad.
5. Murueta
Parada importate: Murueta. en 1851 el arquitecto Antonio de GOicoechea volvió al modelo de planta central (cruz griega inscrita en recuadro) pero dotó al templo de una cúpula con linterna que genera un espacio interior mucho más luminoso y diáfano de lo habitual en este tipo de templos. Y al exterior llaman nuestra atención la suave sucesión de volúmenes y la esbelta torre sobre una elevada portada. Un edificio que no hay que perderse.
6. Bermeo
Llegamos a Bermeo. La iglesia de Santa María preside -domina, más bien- la plaza. Un monumental proyecto de 1797 de un “primer espada”: Silvestre Pérez, otro de los grandes arquitectos de la Academia en aquellos años.
En este caso la planta central se alarga hacia los pies. para encajar el coro. Destaca su gran cúpula central, y llaman la atención las tribunas sobre los brazos. Al exterior presenta una fachada monumental, que aún lo sería más si las dos torres se hubieran terminado de acuerdo al proyecto original. flanqueando el magnífico pórtico.